Alumnos de la institución educativa participaron de diversas actividades que tuvieron como objetivo recordar la vida de Juan Bautista Scalabrni.
En el marco de un nuevo aniversario del fallecimiento se homenajeó a Nuestro Patrono. En los actos se rememoró su obra y resaltó la importancia de continuar su legado, acompañando a los migrantes quienes con profundo dolor abandonan su tierra en busca de una mejor vida.
Un poco de historia…
Juan Bautista Scalabrini nació el 8 de julio de 1839 en un ambiente familiar que será decisivo para su formación humana y cristiana.
A los 18 años ingresó al seminario y se ordenó sacerdote a los 23. Actuó como profesor del seminario, rector y párroco en la Parroquia San Bartolomé. De condición humilde, se abocó a la catequesis, a los niños, enfermos y jóvenes, y en especial a los pobres.
A los 36 años fue ordenado Obispo y destinado a Piacenza. Allí desarrolló la catequesis, las visitas pastorales a sus 365 parroquias y publicó varias cartas pastorales. Además, fue muy importante su acción dirigida a la catequesis, a los pobres, a los sordos y los enfermos.
En 1887, Monseñor Scalabrini comenzó a entregarse incansablemente al profundo problema de la migración. Creó la congregación San Carlos de Borromeo cuyo objetivo es la asistencia de los migrantes.
Sus misioneros acompañaron a los migrantes al nuevo mundo y se instalaron con ellos. Así en 1901, Monseñor Scalabrini visitó Estados Unidos, luego Brasil y finalmente llegó a Buenos Aires para reencontrarse con su hermano Pedro Scalabrini, que residía allí.
Sus devociones fueron Cristo, la Eucaristía y la Virgen; fue celoso defensor y obediente del Papa. El 1 de junio murió en Piacenza. Sus últimas acciones fueron besar la Cruz y decir: «Que se haga tu voluntad». Fue profeta en su tiempo y su obra se perpetúa.
Fu beatificado por el Papa Juan Pablo II en 1997.
La iglesia, madre y maestra, confía a sus hijos en la Congregación Scalabriniana la labor pastoral con los migrantes y les pide fidelidad al carisma de su fundador porque Scalabrini fue carismático y supo entregar ese don a la iglesia.