Hoy nos convoca un tema tan escuchado y a su vez poco trabajado como es la Inteligencia Emocional. Observamos en el ámbito educativo que los niños y adolescentes se encuentran en muchas ocasiones inmersos en situaciones conflictivas que no pueden resolver por sus propios medios, acudiendo así a la mediación del adulto y en el peor de los casas, generalmente el más común, recurren a la violencia como única estrategia de resolución.
Frente a esto, como educadores, revalorizamos la Educación Emocional como eje de nuestro trabajo, entendiendo que de este modo el niño será capaz de resolver de manera autónoma distintas situaciones a lo largo de su vida.
El aprendizaje emocional y social es un aspecto de capital importancia para el desarrollo general de los niños.
Como en toda temática, habrá que capacitarse y conocer las distintas posturas teóricas en el cual basaremos nuestra labor.
En primer lugar debemos definir a la inteligencia:
El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe elegir: la inteligencia posibilita la selección de las alternativas más convenientes para la resolución de un problema.
De acuerdo a lo descripto en la etimología, un individuo es inteligente cuando es capaz de escoger la mejor opción entre las posibilidades que se presentan a su alcance para resolver un problema.
Si se tiene en cuenta el carácter complejo de la inteligencia, el concepto sólo puede ser definido en forma parcial y para esto se apela a diversos procedimientos y atributos.
La Emoción por su parte, en el aspecto psicológico, genera sobresaltos en el índice de atención y aumentan el rango de diversas conductas en la jerarquía de respuestas del individuo que las experimenta.
Conductualmente las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas (Levenson, 1994).
Por lo tanto cuando hablamos de INTELIGENCIA EMOCIONAL decimos que es la habilidad de reconocer las emociones, expresarlas y manejarlas adecuadamente. Se descubre que quienes tienen inteligencia emocional tienen éxito en la vida. Son más prósperos, más felices. Entonces, la Educación Emocional es una sistematización de herramientas para incrementar la inteligencia emocional en las personas. (L. Malaisi 2012)
Manejando estos conceptos entendemos que los años escolares constituyen un período de la vida en el que se producen grandes crecimientos.Las experiencias iniciales en la escuela afectan de manera significativa el desarrollo de la individualidad y la percepción, determinan cómo podrá el individuo percibir y responder al mundo.
En el diagnóstico efectuado en el nivel primario de nuestra institución encontramos en general que los niños tienen una buena convivencia escolar, sin embargo existe un porcentaje de alumnos que han recibido algún maltrato verbal, social, robo de objetos, etc.
Lucas Malaise (Licenciado en psicología en la República Argentina, precursor de la Ley de Educación Emocional) nos dice que “Este tipo de inteligencia es aprendida. Se puede enseñar y dar recursos a los chicos para que manejen sus emociones. Por lo general las personas no pueden controlar sus impulsos y buscan la satisfacción inmediata. Viven en el hoy y no proyectan. En ese caso se enseña la Educación Emocional, que permite resolver conflictos de todo tipo. Permanentemente, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos lidiando con emociones. Siempre estamos atravesados por emociones. Cuando sentimos que el mundo se nos viene encima no sabemos cómo decirlo, cómo calcular la dimensión del problema, porque no somos educados para manejar las emociones.” (http://www.youtube.com/watch?v=VmA9Sy51T3w)
La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias.
El objetivo de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales:
Hoy se nos presenta como necesario y fundamental, desde nuestro rol de educadores en la sociedad, centrarnos en el desarrollo de la inteligencia emocional, poder dedicar tiempo y espacio al trabajo de las relaciones interpersonales y disminuir de éste modo el maltrato que pueda surgir entre los niños.
Por lo tanto nos planteamos como objetivos en nuestros proyectos áulicos:
- Conocer y reconocer diversas emociones vividas.
- Manejar de forma favorable las distintas emociones.
- Valorizar nuestras propias capacidades
- Aprender a tomar decisiones beneficiosas.
- Desarrollar habilidades sociales.
Para ello:
- Realizaremos de modo transversal en todo el nivel inicial y primario el desarrollo de actividades que favorezcan el aprendizaje de los principales componentes de la I.E..
- Los objetivos serán el marco con el cual resolveremos conflictos, encararemos situaciones nuevas, investigaremos temas específicos del currículo y compararemos con la fe cristiana en los momentos de catequesis.
Dejando la temática abierta a capacitaciones y estudio, conjuntamente a trabajos de aplicación institucional, considero fundamental que como padres y docentes centremos la mirada en el niño que siente y según lo que siente actúa, así pues con Ernesto Sábato recordamos: “Necesitamos escuelas que favorezcan el equilibrio entre la iniciativa individual y el trabajo en equipo, que condenen el feroz individualismo…La búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación”.
Lic. María Evangelina Ripa
Servicio de Orientación Psicopedagógica