El lunes 5 de noviembre se realizó, en las instalaciones del Colegio Monseñor Scalabrini, el acto del Día del Celador.
Con el objetivo de agradecerles por el trabajo que realizan día a día, los alumnos de segundo grado les dedicaron un hermoso acto lleno de música, alegría y color.
Además del acto, se les preparó un delicioso desayuno para homenajearlos y mimarlos en su día.
¿Por qué se celebra el 5 de noviembre el día del celador?
En esta fecha se reconoce el trabajo de los celadores y se celebra la figura que cumplen en los espacio donde trabajan, la cual no siempre se limita al rol de limpieza y cuidado de los ambiente, sino que forman parte del cariño y contención que todos los días recibe, por ejemplo, el alumnado de la escuela.
Por resolución Nº 773 A de 1965 se estableció el 5 de noviembre como fecha para celebrar el día del celador.
Según el documento citado, por iniciativa de la Sra Eva Antonia Manzi, Directora de la Escuela 232 Martín Güemes de San Martín, solicitó la consideración de esa fecha para la celebración del día del celador, dada la reciente canonización de San Martín de Porres, el santo mulato peruano, caracterizado siempre con una escoba.
San Martín de Porres
San Martín de Porres nació en Lima en 1579. Desde niño sintió predilección por lo pobres y los enfermos. Aprendió el oficio de barbero y algo de medicina. A los quince años pidió ser admitido como “donado”, es decir, como terciario, en el convento de los Dominicos.
En su servicio de enfermero no hacía diferencia entre pobres y los que más tenían, aunque tuvo que pasar por experiencias de incomprensión y envidia. En 1603 hizo su profesión religiosa.
Con ayuda de Dios, realizaba algunos milagros de curaciones instantáneas o en ocasiones bastaba su presencia para que el enfermo desahuciado empezara a recuperarse. Hay quienes lo vieron entrar y salir de recintos con las puertas cerradas, mientras que otros aseguraron haberlo visto en dos lugares distintos a la misma vez.
Era tanto el cariño y admiración que le tenían al humilde Fray Martín que hasta el Virrey de aquel entonces fue a visitarlo en su lecho de muerte para besar su mano. Partió a la Casa del Padre un 3 de noviembre de 1639, besando el crucifijo con gran alegría.
San Martín es recordado con la escoba, que es símbolo de su humilde servicio. Por ello, San Juan XXIII al canonizarlo en 1962 dijo: “¡Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos lo feliz y maravilloso que es seguir los pasos y obedecer los mandatos divinos de Cristo!”.